Hoja Oficial del lunes : editada por la Asociación de la Prensa: Epoca Tercera Número 828 - 1955 enero 31

A las dos y pico de la madrugada según el testigo, apareció, silenciosa, una luz cegadora a pocos metros de altura. Lentamente descendió y se posó en tierra. Se apagó el reflector que viera antes el testigo y la oscuridad fue tal que no veía ni la punta de sus dedos.

Cuando ya sus ojos se estaban acomodando y había visto una esfera grande, una luz fosforescente lo envolvió. Usando las manos como de pantalla, vio que se abría una puerta, apareció por ella dos figuras vestidas de blanco. Una era muy alta, de casi dos metros y medio; la otra era pequeñita, pues apenas tenía tres palmos de estatura. Las dos figuras se le acercaron. Cuando estavan casi a su lado pudo verles la cara. No tenían la boca de embudo ni llevaban antena alguna. Eran dos caras sumamente pálidas, pero corrientes y vulgares. La del alto se le pareció a un profesor de Ciencias Naturales que tuvo en el Bachillerato y que aprobaba a los que llevaban mayor cantidad de moscas vivas metidas en una caja. Las dos figuras llegaron hasta casi tocarlo. Entonces la más alta habló para pedirle un cigarro.

El testigo pregunto - ¿pero no son ustedes marcianos?.

A lo que respondieron.
- Escúchenos con calma, señor. Ya estamos cansados de oir tanta vulgaridad. "Marcianos" por aquí, arma secreta por allá. Hasta ha habido un ciudadano que se ha atrevido a exhibir pieza de nuestros aparatos, diciendo que son un "platillo volante" ¡Patrañas! ¡Todo son patrañas!

Decían que el único que había sospechado algo era el señor Fernández Flórez.
El hombre dijo llamarse Francisco y haber nacido en un lugar que no hacía al caso. Era farmacéutico. En la rebotica tenía una tertulia a la que asistían el médico, el juez y un herrero humilde y versado en geografía. Un día realizaron un invento. Cierta tarde enseño los planos; el juez y el herrero buscaron los materiales. El descubrió una mezcla propulsora y constante, porque lo que había inventado era un aparato de para volar ininterrumpidamente y a alturas infinitas. Tardaron según el supuesto habitante de aquel objeto, más de un año en tener todo preparado : utilizaron la casa del juez, por ser un lugar donde menos influencia podían dar a la curiosidad pueblerina y decidieron hacer la primera prueba. El encendió la mezcla propulsora y en el acto sonó una explosión terrible. Cuando volvieron en si se hallaron envueltos en estas ropas y rodeados de gentes de todos los tamaños y vestidos como ellos. Uno de ellos, el que parecía el jefe, les explicó que habían muerto, y que por diversas causas, habían entrado en la sociedad de los fantasmas. Resultó que su invento era interesante por razones de actualidad.
- Hay que estar a tono con los tiempos, les dijo aquel fantasma, y para ello nada mejor que su invento.

Luego cuenta como los fantasmas le ayudaron a construir en una explanada que formaban siete nubes, el primer aparato que llamaron "El paraguero" en honor a un ingeniero fantasma que en vida trabajó en Obras Públicas de Orense. Lo probaron y el éxito fué rotundo. Despúes empezaron la fabricación en serie. El supuesto fantasma explicaba que les dolía que la gente fuera tan incrédula en fantasmas y crellera a pies juntillas en armas secretas y demás zarandajas.

También cuenta cosas graciosas que nos hacen dudar de la veracidad del encuentro, como por ejemplo : Que uno de los avistamientos en la sierra madrileña habia sido un aparato suyo, que pilotaba Napoleón.
También decían que no había nadie en Marte. Y que lo ivan emplear para montar una fábrica de maullidos de gato...